El impacto de la pandemia sobre la alimentación fue uno de los temas principales de la 36ª Conferencia Regional de la FAO, que se celebró de manera virtual con Nicaragua como país anfitrión. La convocatoria reunió a autoridades de 33 países y a decenas de organizaciones internacionales, de la sociedad civil, del sector privado y del mundo científico.

 

Antes de la llegada de covid-19, en América Latina y El Caribe había 47,7 millones de personas en condición de pobreza extrema que no podían conseguir ni una canasta básica de alimentos, y a los que ahora que podrían sumarse otros 28 millones debido a la pandemia, proyectaron los especialistas participantes de la conferencia.

 

Antes de la llegada de covid-19, en América Latina y El Caribe había 47,7 millones de personas en condición de pobreza extrema que no podían conseguir ni una canasta básica de alimentos, y a los que ahora que podrían sumarse otros 28 millones debido a la pandemia, proyectaron los especialistas participantes de la conferencia.

 

La crisis económica que ha generado la covid-19, que para Latinoamérica puede suponer una recesión del 9,1 %, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

 

Millones de personas han perdido su vida o sus medios de subsistencia y la pobreza extrema ha aumentado entre 3,6 y el 4,8 %. La región incluso, ya se encontraba en una situación preocupante. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), a partir de 2014 el hambre creció en 13 millones de personas, más de 62 millones viven en inseguridad alimentaria severa, y el sobrepeso y la obesidad afectan a 262 millones.

 

Los gobiernos y el sector privado, especialmente los agricultores, han realizado grandes esfuerzos para garantizar que el suministro de alimentos no se detenga en medio de la pandemia. Muchas familias han reducido la calidad de sus dietas.

 

Para apoyar a los países, la FAO ha lanzado un nuevo Programa integral de respuesta y recuperación de Covid-19, para mitigar los impactos inmediatos de la pandemia y fortalecer la resiliencia de los sistemas alimentarios y los medios de vida a largo plazo.

 

QU Dongyu, director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).alertó sobre la necesidad de un desarrollo tecnológico en los tiempos que vendrán de pos pandemia para garantizar el suministro de alimentos. Y destacó a la innovación como proceso fundamental, aplicando la ciencia y la tecnología modernas al enfrentar nuevas situaciones y escenarios ,y haciendo especial hincapié en la digitalización.

 

La región puede dar un gran salto hacia la digitalización de su producción y comercio agrícola y alimentario, mejorando la conectividad de las zonas rurales y las capacidades de los productores. Las tecnologías de la digitalización y la comunicación tienen el potencial de reducir costos, abrir acceso a mercados, mejorar los servicios, crear nuevas oportunidades laborales y ahorrar recursos.

Si bien el Covid-19 funcionó como un “acelerador” del desarrollo de las tecnologías de la información y de la comunicación durante este último tiempo, las nuevas conexiones en los lugares más remotos tuvieron un gran impacto, más aún en las sociedades que estaban aisladas del mundo, sin teléfono y sin internet.

 

La pandemia demostró la importancia de la conectividad para integrar y potenciar el desarrollo digital en el futuro, pero destacaron también lo indispensable de estas conexiones para la educación y el trabajo en pueblos alejados de las grandes ciudades.

 

Pero todavía queda mucho trabajo por hacer. La transformación digital no es posible sin un cambio cultural que promueva nuevas formas de trabajar y nuevas herramientas. Se necesita orientar la innovación al trabajador para dar respuesta a sus necesidades, ser más eficiente y mejorar su productividad.

 

Los sistemas agroalimentarios pueden volverse más resistentes mediante el uso de las tecnologías como sensores en el campo, inteligencia artificial y aplicaciones de big data, uso de drones y aplicaciones telefónicas para acercar a productores y consumidores, o rastrear brotes de plagas.

 

La FAO busca también que estas innovaciones tecnológicas faciliten un aumento de la producción agrícola y a la vez que este resulte a partir del uso eficiente de los recursos naturales y la conservación de la biodiversidad, lo que ayuda a mitigar los efectos del cambio climático.

 

Esta variable medioambiental, que incluye materias como la deforestación o la escasez de aguas, entre otras, fue un punto clave de la Conferencia Regional, Para el representante regional de la FAO, Julio Berdegué, los gobiernos deben de comprender que no puede haber una agricultura moderna, con algún sentido de futuro, si no es una agricultura sostenible.

 

En su discurso de cierre del encuentro de tres días, el máximo ejecutivo de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) QU Dongyu, celebró que “nuestro programa de recuperación contra la Covid-19 está en marcha porque hemos de lidiar con la pandemia para velar por los medios de subsistencia en el mundo, y a la vez aprovechar la contribución de las sociedades rurales y sus sistemas alimentarios para poder reconstruirnos mejor después de la crisis”.

 

El director general además destacó la ayuda que puede significar en esa coyuntura la iniciativa Mano en mano, diseñada para llegar con alimentos a los más vulnerables, e invitó a participar a los países de ingresos medios “porque es un modelo virtuoso que reúne a los beneficiarios y los donantes’. Qu Dungyu se refirió a la necesidad de contar con más alimentos para luchar contra el hambre y que sean más nutritivos y a la vez mejorar la gestión del medio ambiente.